27 abr 2013

CINCUENTA Y CINCO

Los momentos son efímeros y si no los sientes, cuando te quieres dar cuenta ya han pasado.
Pero entonces, ¿qué pasa con esas personas  a las que nos aferramos para siempre, las que queremos que se queden indefinidamente, las que no queremos dejar marchar así como así? Nos crean dependencias y por tanto debilidades. Y benditas debilidades, por cierto.
Llevo una temporada de risas en bucle, de puro cachondeo, de música a deshora. Y me encanta este estado de felicidad infinita, que ni siquiera los trenes consiguen arrebatármela, porque en casa siguen las conversaciones hasta la madrugada sin tener ganas de dormir.
Tengo mil planes y mil destinos preparados para cuando queramos salir a cumplirlos. Tengo un arroz tres delicias en la sartén al que le falta sal. Tengo preparada una huida para que alguien me siga. Todo esto quiero compartirlo. Para acabar teniendo nada y siendo todo.
Nuevos tiempos, nuevas ilusiones, nuevos cambios. ¿Por qué no? Si dejarse llevar suena demasiado bien. Ü



No hay comentarios:

Publicar un comentario